Agradecí haber escuchado la bendita alarma del despertador. La había programado para que tuviera una melodía grata y al menos fuera dulce mi despertar. A las cinco de la mañana, las notas musicales de The London Bridge is falling down interrumpieron la sucesión de imágenes y sonidos que se sucedieron dentro de las paredes de mi cabeza durante casi toda la noche.
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