Se presta atención a la figura de acompañante espiritual subrayando la diferencia que hay entre éste y el director de conciencias. A continuación, se habla de la necesidad de una buena reglada formación para que su trabajo responda a los estándares éticos que ya se aplican en diversas profesiones de ayuda. Más adelante se destacan dos escenarios de acompañamiento constitutivos de mala práctica. El primero se refiere al mundo de las ambigüedades y manipulaciones. El segundo al ámbito de la colonización de los sujetos acompañados desde la mejor de las intenciones y sin plena conciencia de la manipulación que se está dando destacando el daño que esto supone para la institución eclesial.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados