En lugar de la búsqueda de una ilusoria identidad cultural europea carente de fundamentos históricos, conviene partir de una concepción propiamente política de esta unidad socioterritorial en construcción y buscar los problemas donde verdaderamente están: en los déficits democráticos de una Unión Europea demasiado permeable a los mercados y poco dada a la representación ciudadana. Algunos pronunciamientos recientes van en esa dirección, aunque el proyecto europeo se enfrenta a dos obstáculos mayores: el repliegue identitario y las políticas de austeridad.
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