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Resumen de El reino de Toledo y sus relaciones externas

José Soto Chica

  • A fines del siglo V, los visigodos tenían su centro en Aquitania –concretamente en Tolosa– y llevaban a cabo una agresiva política exterior. Esto, en el contexto del periodo de la historia del Mediterráneo que va desde la segunda mitad del siglo V al primer tercio del siglo VII, significaba tener como foco de interés principal a Bizancio. De allí provenían buena parte de los movimientos diplomáticos y bélicos que, de forma directa o indirecta, terminaban repercutiendo en el reino visigodo. De allí venían también las influencias culturales y artísticas, los debates religiosos e ideológicos y, por supuesto, también los comerciantes y productos más apreciados. Es por eso que veremos a Eurico (466-484) tratar de sacar partido, con éxito, de la debacle del potente intento de Constantinopla por reforzar y reconstituir el Imperio romano de Occidente, apoyando con todos sus medios a su “hombre”, el emperador Antemio (467-472). Para ese entonces solo tenemos noticia de una alianza matrimonial con los vándalos, desastrosa por cierto, que concluyó abruptamente en 442 con la devolución, sin orejas y sin nariz, de la princesa visigoda (Jordanes, Getica 184) y de una embajada de Eurico a Constantinopla, hacia 467 (Hidacio, Cronicón 238; Isidoro, Historia de los godos 34). El artículo se acompaña de una ilustración de Enric Ragnar recreando una escena de mercado en el barrio comercial de Recópolis, así como de un mapa con las principales rutas comerciales de la Bizancio contemporánea a la ocupación goda en Hispania.


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