El fin último de una necropsia es averiguar la causa de la muerte del animal. Alternativamente pretende conseguir toda la información posible sobre la patología que afecta a un rebaño para solucionar el problema. No debemos olvidar que un cadáver es fuente de mucha información y la base para posteriores análisis (microbiológicos, parasitológicos, virológicos o toxicológicos). Por ello, una necropsia debe ser ordenada, sistemática y completa, para así extraer la mayor cantidad de información posible del cadáver que permita determinar la causa de la muerte o la participación de una patología concreta. Si bien la realización más o menos correcta de una necropsia no suele entrañar grandes dificultades, pudiéndose aprender relativamente rápido tras la realización de unas cuantas de ellas, la interpretación de las lesiones observadas sí requiere una mayor experiencia con el fin de que no se escapen detalles fundamentales para un diagnóstico correcto, que pudieran pasar inadvertidos a los ojos inexpertos. Una necropsia realizada de forma correcta, además, nos va a permitir una toma de muestras adecuada.
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