Las escuelas de negocios, con sus programas más o menos intensos, completos, han surgido como setas por toda la geografía española. Parece que el mero hecho de inscribirse y asistir a unos cursos de management, de economía, de marketing, de finanzas, etc. ya proporciona al que los recibe una especie de poción mágica que, administrada a voluntad, permitirá conquistar el beneplácito del departamento de selección de personal. Y una vez dentro de la empresa, el candidato debera mostrar su valía dirigiendo un equipo, ganándose la confianza de sus colaboradores. Pero si pensamos que un máster o unos cursos de postgrado, únicamente, son el cetro de la autoridad bajo la cual se cuadrarán los que forman nuestro equipo, estamos muy lejos de la realidad.
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