La evolución, teoría central de la biología, explica como los organismos evolucionaron a lo largo del tiempo. La creación, concepto bíblico-teológico, nos indica la acción de Dios como ser providente que sostiene y genera permanentemente el universo. Ambos conceptos no se oponen, sino que trabajan en planos distintos y permiten conocer diferentes facetas de la realidad. Hoy los cristianos necesitan relacionar ambos campos para tener una visión más amplia del universo y enriquecer su experiencia de fe.
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