Los principales editores españoles de información se encuentran en una situación ruinosa. La prensa tradicional no ha sabido enfrentarse a la revolución digital. Sus directivos apenas han hecho otra cosa que despedir periodistas, cerrar publicaciones y atornillarse a su sillón. Ahora les va a llover encima la segunda parte del huracán digital. Ya es una evidencia que la industria de las noticias con una base financiera en la publicidad es una quimera sin futuro. Además, la publicidad digital está ralentizando su carrera alcista, el duopolio Google-Facebook se queda con la inmensa mayoría del pastel, los bloqueadores de publicidad campan a sus anchas y muy poca gente paga por la información, y aún menos en España. Para redondear el panorama, una nueva revolución tecnológica está en ciernes, mucho más radical aún.
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