El príncipe Mohamed Bin Salmán, heredero al trono, pretende reformar el reino saudí en profundidad y en todos los ámbitos. Pero sus promesas de atacar las causas del extremismo no son necesariamente sinónimo de una “deswahabización” del país. Apoyo y garantes religiosos de la monarquía, los dignatarios wahabíes siempre han sabido adaptarse a los intentos de control precedentes.
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