Los trabajadores de las dos mayores empresas eléctricas madrileñas, Hidrola y Unión Eléctrica Madrileña, contaron durante el periodo de entreguerras con unas condiciones laborales privilegiadas en relación al resto de la clase trabajadora de Madrid. El salario que percibían era superior a la media y además disfrutaban de: un mínimo de diez días de vacaciones pagadas, una paga de Navidad, el descuento en las tarifas eléctricas, participación en los beneficios, el acceso al economato de forma gratuita, las escuelas y bibliotecas, la asistencia médica, farmacéutica y hospitalaria, el cobro del salario cuando el trabajador enfermaba y un sistema de pensiones bastante generoso.
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