Una inquietud ocasionó la escritura de este proyecto pastoral basado en la falta de disponibilidad de la dirección espiritual, también conocida como acompañamiento espiritual o guía espiritual. Las necesidades materiales imperantes en el mundo actual no dan lugar al desarrollo de paz interior que tanto puede beneficiar la vida humana. La promoción de la dirección espiritual y quiénes pueden proveer este ministerio son partes esenciales de este proyecto pastoral. La historia, personas ejemplares y el Magisterio de la Iglesia muestran los beneficios de esta práctica. Hay un recorrido bíblico donde los personajes dan fe de su experiencia al ser dirigidos personalmente por Jesús, como lo hicieron Nicodemo, los caminantes de Emaús y el apóstol Pablo. Igualmente se presentan casos de la historia de la Iglesia como los Padres y Madres del desierto y algunos santos. La tesis expone que no sólo pueden ejercer la dirección espiritual los ministros ordenados sino también laicos comprometidos que estén formados en la fe. Se aborda tres cuestiones claves: quiénes pueden proveer la dirección espiritual, cómo se asegura el acceso a dicha dirección y dónde se ubican los directores. El Espíritu Santo predomina y permanece presente y activo en el encuentro estableciendo una relación con Jesús y la participación en el Reino de Dios. La mejor garantía de una correcta interacción entre director y dirigido es el desarrollo de una profunda vida de oración y el aumento de fe, esperanza y caridad en la vida del dirigido.
TWhat prompted this pastoral project on the unavailability of spiritual direction— also called spiritual accompaniment, or spiritual guidance—was worry. The pressing material needs of today’s world stunt the development of inner peace, from which human life could so benefi t. This pastoral project aims above all to promote spiritual direction and those who might provide it. The Church’s history, exemplary personages, and Magisterium demonstrate the benefi ts of the practice. The project speaks of several persons in the Bible, such as Nicodemus, the Emmaus disciples, and the apostle Paul, who received personal direction by Jesus. It also reviews other examples from Church history, such as the Fathers and Mothers of the Desert and certain saints. The thesis is that not only ordained ministers but also dedicated lay persons trained in the faith can provide spiritual direction. There are, it is argued, three keys to establishing a director-directee relationship: the existence of spiritual directors, access to spiritual directors, and the spiritual directors’ locations. The Holy Spirit predominates and remains present and active in the encounter, establishing a relation with Jesus and participation in the Kingdom of God. The best evidence of correct interaction between director and directee is the development of a deep life of prayer and an increase in faith, hope, and charity in the directee’s life.
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