Me propongo reflexionar en torno a una clínica en la que destaca un empobrecimiento en el orden simbólico que tiene como correlato la no producción de síntoma, donde las conductas impulsivas revelan un modo de satisfacción pulsional que denuncian serias deficiencias en su pasaje por la castración.Una clínica sin demanda, con poco espacio para la palabra y la escucha. Constato una forma de neurosis que no se manifiesta siguiendo el esquema: síntoma-demanda-transferencia y cuyas características, nos confrontan a una subjetividad que se mueve entre la omnipotencia y la impotencia en un mundo autoerótico, narcisista, donde predomina lo imaginario.
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