La igualdad real ha sido y sigue siendo una asignatura pendiente que el feminismo acaba de apuntar en el debe de Mariano Rajoy. Con varios frentes abiertos –brecha salarial, discriminación, violencia machista–, la huelga y las manifestaciones del 8 de Marzo han dado un golpe sobre la mesa. Alentadas por un movimiento sin precedentes, las mujeres han salido a la calle para reclamar un lugar en el mundo justo y corresponsable. Demandas que conciernen a todas las formaciones políticas y, especialmente, al partido en el Gobierno, desbordado por la respuesta ciudadana y sumando un foco más al incendio que amenaza con asolar su frágil estabilidad.
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