En el creciente número de empresas globales, el poder real está en manos de quienes tienen las mejores ideas y las habilidades más valiosas, independientemente de los cargos que ocupan. El poder no reside ya en una sola persona o en un departamento, sino que se dispersa por toda una constelación de co-líderes que hacen el verdadero trabajo colaborando por un objetivo común. Así lo han entendido empresas como Intel o Microsoft, que cuentan con impresionantes equipos de co-líderes
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