Apasionada con su carrera, Oriana Fallaci siguió el curso de las noticias por todas partes, pero sin dejar de lado su especialidad: las entrevistas, para las que se preparaba con su filosa argumentación femenina a la hora de interrogar a sus víctimas. Acarició la cumbre de la gloria en sus años felices de periodista intrépida y escritora contumaz, pero también tocó fondo con su racismo y desplantes de diva enferma de personalidad.
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