España ha dejado de ser lugar de paso de la inmigración hacia el paraíso europeo para convertirse en el destino final de los extranjeros. Resulta paradójico que un país como el nuestro, con una tasa de desempleo superior al 15 por 100, sea el destino preferido para muchas personas que depositan todas sus ilusiones en una aventura que, en la mayoría de ocasiones, concluye en tremenda decepción
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