Fue uno de los lideres de las protestas de 1996 y 1997 contra Milosevic y el primer alcalde no comunista de Belgrado. Ahora, acabada la guerra de Kosovo, que él prefirió pasar en el cómodo exilio montenegrino, pretende capitalizar al frente de su diminuto Partido Democrático el verano del descontento contra el régimen. De 46 años e imagen deliberadamente occidentalizada, este políglota profesor de filosofía llama a diario a la desobediencia civil y a la huelga general para lograr la caída de Milosevic.
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