Los castillos españoles constituyen uno de los conjuntos más extensos y homogéneos del Patrimonio Cultural europeo. Ya desde el tercer milenio a. de C. nuestras fortificaciones se destacaban entre las europeas por su complejidad y concentración de fuego, sólo existentes en el Próximo Oriente. Por todo ello, la fortificación española es un testigo viviente, no sólo de nuestra historia nacional, sino también de todos los conocimientos técnicos y artísticos de la época. Sin embargo, este hecho tan evidente no siempre ha sido así.
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