Francisco Javier Peñas Esteban (entrev.)
En las discusiones que los coordinadores sostuvimos para preparar este número 37 de la Revista de Relaciones Internacionales, surgieron problemas que afectaban a la Historia, otros que afectaban a la Teoría de Relaciones Internacionales, y otros cuyo efecto abarca toda la teoría social y política. Discusiones sobre las fuerzas profundas, el evento/acontecimiento, y la influencia relativa de ambos; sobre narrar desde el presente, pero contextualizando los actos y discursos de los protagonistas en su lugar en el tiempo y en el espacio; entre otras.
Una de estas discusiones �muchas veces dilemáticas� se refería a la responsabilidad y la culpabilidad (moral) en la Historia; otra discusión recurrente era el papel del historiador en una época en la que hasta los medios de comunicación más rancios usan términos como narrativas.
Ciertamente los discursos, las narrativas y los relatos crean realidad e identidad, y a nadie se le escapa que, hoy por hoy, lograr que una narrativa sea hegemónica es un triunfo político de primer orden.
Pero, aunque muchas personas se sienten autorizadas a sentenciar sobre la Historia �y a la misma Historia� en una tertulia o en una columna de prensa, los trabajos de los profesionales son, como mínimo, la referencia �de lo que no es simplemente inventado. Y ahí está nuestra responsabilidad como estudiosos y académicos.
Como teníamos claro que no resolveríamos las cuestiones �incluso que algunas de ellas no tienen solución� decidimos preguntar a colegas historiadores y de relaciones internacionales sobre estas últimas preocupaciones.
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