Las sociedades antigua y medieval han coincidido en su interés por perpetuar la memoria de los seres desaparecidos. En uno y otro caso, de todo ello han quedado abundantes restos materiales, objeto del análisis de los estudios arqueológicos. La muerte nunca ha dejado indiferente a las sociedades humanas, menos aún, a las protagonistas de las etapas antigua y medieval. Ambas coincidieron en un interés por perpetuar, si no la propia presencia física, al menos, la memoria de los seres desaparecidos. En uno y otro caso, de todo ello han quedado abundantes restos materiales, objeto del análisis de los estudios arqueológicos. Estos, cuya finalidad última es la reconstrucción de tiempos pasados, son especialmente útiles para la caracterización tanto de culturas con escasa documentación escrita, como de aquéllas en las que ésta se limita a aspectos muy concretos de la vida social.
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