José María Abellán Perpiñán, Fernando Ignacio Sánchez Martínez, Jorge-Eduardo Martínez Pérez
Hay muchas situaciones clínicas en las que no se puede tomar una decisión «correcta» desde el punto de vista técnico. Ejemplo de ello sería la cirugía electiva, donde atender las preferencias de los pacientes resulta ineludible. Una forma de incorporar dichas preferencias es la aplicación del análisis de las decisiones clínicas. En este enfoque, primero se cuantifican dichas preferencias (utilidades) y después se combinan con los conocimientos técnicos del médico. Al modelo resultante de toma de decisiones se le suele denominar «toma de decisiones compartidas». En la revisión efectuada en este artículo se constata que: a) dicho modelo, en caso de aplicarse sistemáticamente, podría mejorar la efectividad de los tratamientos y el bienestar de los pacientes; b) la práctica clínica, no obstante, se enfrenta a restricciones en forma de tiempo y recursos disponibles que hacen difícil su aplicación; c) la incorporación de las utilidades de los pacientes a las guías de práctica clínica podría contribuir a estrechar la distancia que separa las preferencias de los médicos de las de los pacientes; d) aparentemente, la aplicación de este tipo de análisis en España es muy ocasional, donde, incluso, se detectan deficiencias, no ya en la participación de los pacientes en las decisiones clínicas, sino en el ejercicio del derecho a la información, y e) la alternativa de las ayudas a la decisión, aun cuando conozca una creciente expansión, no está libre de problemas.
There are many clinical situations in which there is no “right” decision from a technical point of view. An example of this is elective surgery, in which patients’ preferences are critical. One way to integrate patients’ preferences within clinical practice is the application of decision analysis.
According to this approach, preferences (utilities) are assessed and are then combined with physicians’ knowledge. This combination of evidence and utilities leads to the so-called shared decision-making (SDM) model.
The overview provided in the present article indicates that: a) The SDM model, if systematically applied, could improve treatment effectiveness and patients well being; b) clinical practice, nevertheless, faces barriers in the form of time and resource constraints, limiting the application of such a model; c) discrepancies between patients’ and doctors’ preferences could be narrowed if patients’ utilities were included in clinical practice guidelines; d) the application of this kind of analysis seems to be scarce in Spain. Moreover, information provided to patients is probably insufficient; and e) patient decision aids, even though their use is rapidly growing, are subject to certain problems.
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