La presente contribución expone la curiosa historia por la cual dos especies etiópicas de la familia de las grullas reciben un nombre genérico insular (Balearica), pese a que nunca han formado parte de la fauna del archipiélago. Las raíces de esta curiosa historia tienen dos mil años de antigüedad, y se analizan aquí los errores y casualidades que han dado lugar a esta situación nomenclatural.
Así mismo, se presentan y discuten citas de otras grullas en nuestro entorno geográfico.
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