Brianda de Mendoza, la última de las hijas del II duque del Infantado, influida por su rico entorno familiar y guiada por su inquietud personal, ejerció el mecenazgo de una manera consciente y planificada, en un sentido plenamente renacentista. Existen dos facetas en su mecenazgo, una religiosa y otra artística. Impregnada de las ideas de Erasmo y cercana al alumbradismo, Brianda dedicará tiempo y hacienda a la fundación de un Beaterio y un Colegio de Doncellas pobres dentro de su propia casa. Para construir la iglesia conventual, Brianda contrata a un joven con el que se comportará, como una mecenas al estilo italiano, lo que le contribuye a convertirle en uno de los más grandes arquitectos del XVI español: Alonso de Covarrubias.
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