El ocaso del siglo XV y los albores del XVI pasan por ser uno de los períodos más interesantes de las historia de Vélez-Málaga, fundamentalmente gracias los incesantes cambios sociales, espirituales y urbanísticos que tuvo la población a raíz de la conquista de la ciudad por parte de las tropas de Fernando el Católico, tras la cual quedó inserta dentro del reino de Granada. Todo este vórtice ideológico trajo consigo la transformación de los distintos niveles sociales de la población. Una de las primeras consecuencias palpables de estos cambios fue la construcción de varios templos y ermitas que se diseminaron tanto a intramuros como a extramuros de la ciudad. Estos lugares se convirtieron, en primera instancia, en una suerte de trofeo que demostraba la fehaciente victoria de la recién restaurada espirituralidad católica frente al derrotado enemigo islámico. De la misma forma también estos lugares se convirtieron, por un lado, en ejes distributivos de la ciudad, y por otro, en elementos canalizadores de la nueva Fe que abrazó con estrecho celo la población, convirtiéndose de esta forma en verdaderos espacios sacralizadores de un nuevo entramado urbano.
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