Los duques del Infantado fueron la cabeza de la extensa familia Mendoza. Su papel en tanto que la rama principal del linaje no se limitó a ejercer el liderazgo familiar. Debieron simbolizar también los signos más identificativos del linaje mendocino, hacerlos propios y escenificarlos de diversas maneras. Los Mendoza, desde el siglo XV, supieron vincular su casa a caracteres ligados al binomio armas-letras y andando el tiempo, harían de él una especie de señal identificativa de su clan. Aunque casas como la de Tendilla-Mondéjar, entre otras de la misma familia, descollaron en ese terreno, los Infantados asumieron el papel simbólico más importante, en tanto que herederos de la rama principal del linaje del marqués de Santillana. Los libros de la biblioteca del marqués y la famosa armería del Infantado, fueron usados para crear un importante despliegue de los símbolos de la estirpe. Además, supieron usar también las imágenes como medio de resaltar la antigüedad e importancia de su linaje, añadiendo importantes colecciones pictóricas, y pinturas murales, a los tradicionales tapices. Todo ello creó lo que denominaremos despliegues escenográficos palaciegos y simbolismo de la estirpe.
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