China continúa su trasformación económica avanzando en sus reformas en muy diversos campos. El país sigue creciendo a tasas elevadas para los estándares OCDE, con un 6,9 por 100 en 2017, y unas previsiones de en torno al 6 por 100 en 2021. Es este cambio económico hacia una mayor contribución de la demanda interna, con el consumo y el sector servicios como principales motores, y la apuesta por la tecnología y el crecimiento de calidad, lo que configura un patrón de relaciones comerciales y de inversión que poco tienen que ver con el existente en el pasado. Este artículo pretende dar una visión general de la transformación que está acometiendo el país, con sus principales fortalezas y desequilibrios, y cómo estas configuran nuestras relaciones comerciales y de inversión.
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