El registro de la respuesta emocional en animales posee obvias limitaciones. Los paradigmas utilizados hasta la fecha se basan en el registro de respuestas indirectas en las cuales el componente motor tiene una gran implicación. Así por ejemplo en roedores, en las respuestas de miedo o aversión innata a las alturas o a espacios iluminados y abiertos se emplean laberintos elevados con zonas protegidas o abiertas y se registra el desplazamiento del animal a esos compartimentos controlando que los efectos motores sean mínimos o corrigiendo el efecto. Por esta razón el registro de una respuesta innata no limitada a la conducta motora general del animal resulta de gran relevancia en el estudio de la emoción. En ratas, se ha observado que en condiciones consideradas aversivas se genera un elevado nivel de vocalizaciones de baja frecuencia (20kHz), mientras que en las consideradas apetitivas aumentan las vocalizaciones de alta frecuencia (75kHz). En nuestro estudio, aplicamos estos parámetros a los efectos de una droga ansiolítica como el alcohol y a las vías de administración de la misma. Demostramos que una inyección periférica genera más vocalizaciones aversivas que la administración intracerebral. Así mismo comprobamos que los animales vocalizan menos en el rango de baja frecuencia cuando se les administra alcohol en relación a cuando se les administra el vehículo lo cual apunta a un efecto de reducción de efectos aversivos de esta dosis de alcohol.
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