Durante el siglo XX, el lince sufrió un pronunciado declive demográfico que lo llevó al borde de la extinción. La adopción de medidas de conservación a principios de los años 2000 ha paliado en parte esa grave situación.
La gestión genética está contribuyendo a la recuperación de la especie. Esta se concibió inicialmente a partir del análisis de varios marcadores microsatélites en el ADN del lince, que indicaban una muy baja diversidad y una alta consanguinidad de las dos poblaciones remanentes en Doñana y Sierra Morena.
La reciente secuenciación del genoma del lince ibérico ha arrojado luz sobre la historia demográfica y evolutiva de la especie y ha permitido identificar marcadores genéticos más eficientes e informativos para el seguimiento y la gestión de las poblaciones actuales.
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