Este artículo pretende reflexionar sobre la importancia y la necesidad de reforzar la figura del educador social dentro de los Hogares Tutelados como Tutor de Apego. El acogimiento residencial es una medida importante, por un lado, para dar respuesta a las necesidades infantiles derivadas de la situación de maltrato y separación familiar en que se encuentran los afectados y, por otro, por el destino posterior a que se les vaya a encaminar(Del Valle y Fuertes, 2000). La deseabilidad actual, para los menores maltratados, es el acogimiento familiar, principalmente para los menores de seis años, pero la realidad es muy diferente ya que se necesitan aumentar los acogimientos familiares que evitasen la institucionalización de algunos menores y redujese los tiempos de estancia de muchos otros. El acogimiento residencial se convierte, en muchos casos, en la única medida de protección que puede dar una atención de calidad a los menores que han sufrido experiencias traumáticas. Con este artículo se pretende resaltar la necesidad de los menores institucionalizados con respecto a una figura de apego afectuosa y accesible que les ayude a desarrollar una imagen positiva de sí mismo, digno de ser querido (Cantero y Lafuente, 2010)
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