Miguel Ángel Martínez González, Alvaro Alonso, Manuel Antonio Serrano Martínez
Existen numerosas evidencias procedentes de estudios epidemiológicos y ensayos clínicos a favor del efecto cardioprotector del consumo de pescado y de los ácidos grasos omega-3. Los mecanismos biológicos por los que se podría producir esta reducción de riesgo coronario son: la estabilización de la membrana del miocito cardíaco, la disminución de la agregación plaquetaria, mejora del perfil lipídico, disminución de la presión arterial y reducción de los mecanismos inflamatorios a endoteliales. Los resultados epidemiológicos sugieren que hay un valor umbral en el consumo de pescado o ácidos grasos omega-3 a partir del cual se produce la reducción de riesgo. La protección cardiovascular es especialmente importante para la muerte súbita, aunque también se ha observado que estos nutrientes otorgan protección frente a la enfermedad coronaria no letal. Estudios recientemente publicados han llevado a pensar que el consumo de mercurio, presente en altas concentraciones en algunos tipos de pescado, podría contrarrestar su efecto beneficioso.
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