M.A. Lourido, M.F. Torres Lynch, G. Hernández, G.G. Fernández, Carlos M. Melcón, S. Rubachin, V.L. Parisi, L.M. Curatolo, R. Rotta Escalante
Introducción. El debris aórtico (DA) aterosclerótico se considera una fuente de elevado potencial embólico, y es un predictor independiente para el accidente cerebrovascular (ACV). La incidencia es mayor en pacientes ancianos y con enfermedad arterial coronaria. El ecocardiograma transesofágico (ETE) es un método diagnóstico importante que permite su detección. Objetivo. Describir las características de los pacientes con ACV isquémico y diagnóstico de DA por ETE. Pacientes y métodos. En 209 ETE realizados entre el 01/01/99 y 31/05/02 sobre 835 eventos isquémicos consecutivos, se analizaron los pacientes con hallazgo de debris. La información se obtuvo de la Base de Datos de ACV del Servicio de Neurología de la Policlínica Bancaria. Resultados. Se realizó ETE en el 25% del total de eventos asistidos. La edad media de la población estudiada fue de 66,56 años (DE: 11,22). En 30 casos (14%) se encontró DA. En este grupo de pacientes ¿26 hombres y cuatro mujeres¿ se hallaron, además, placas de grado IV (60%), dilatación auricular izquierda (40%) y contraste espontáneo (20%). Los factores de riesgo más frecuentes fueron la hipertensión arterial, la dislipemia y el tabaquismo, y no se evidenciaron diferencias significativas respecto a los pacientes sin debris. El 40% presentaba antecedente de evento cerebrovascular previo. Se presentaron con subtipo clínico LACI (53%), PACI (27%), POCI (17%). El 63% de los pacientes tuvo infarto lacunar (53% territorio anterior y 10% posterior). Conclusión. La aportación del ETE en la detección de fuentes embolígenas es relevante. Un alto porcentaje de la población con diagnóstico ecocardiográfico de DA se presentó con clínica y radiología definida de infarto lacunar
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