Cuando el diseño suizo se tiñe con los aromas del sur suceden cosas como la obra de Max Huber, uno de los más grandes creadores gráficos europeos del pasado siglo, que desarrolló su carrera en Italia. Sus carteles y portadas son la feliz conjunción del rigor, la funcionalidad y la legibilidad con la frescura, desinhibición cromática y libertad compositiva. Revisar sus trabajos es darse de bruces con una de las expresiones más sofisticadas, elegantes y eficaces del movimiento moderno: un clásico con piel de romántico.
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