Moscú, al decidir intervenir militarmente en Siria en septiembre de 2015, salvó al régimen de Bachar el Asad y le permitió recuperar la mayor parte del territorio perdido. Hoy en día, el Kremlin busca imponer su visión de una solución política y, a la vez, mantiene cierto equilibrio en sus relaciones con todos los actores implicados sobre el terreno: occidentales, turcos, israelíes y saudíes, sin olvidar a los iraníes.
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