A partir de cierto momento, la fortuna de la contienda se decantó por Roma. Esta supo retener a los pueblos italianos, contener el pulso griego e inmiscuirse en el acuerdo de los númidas con los cartagineses. La victoria romana cambiaría por completo el orden mundial.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados