El presente trabajo se propone recuperar el sentido de una “política progresista” tal como fue sugerida por Michel Foucault en el año 1968 y vincularla con sus últimos estudios sobre la parresía y el gobierno. Estas ideas conducen a pensar la política rechazando determinaciones unívocas y advirtiendo los riesgos subyacentes que anidan en todo pensamiento político en el cual el juego de las verdades se cancela y se vuelve totalitario. Considero que a través de esta reflexión será posible delinear una efectiva praxis filosófica que sea capaz de aplicarse a la acción política y que se mueva de modo permanente entre tres ámbitos estrechamente vinculados: 1) reconocimiento de las condiciones históricas de surgimiento de nuestras prácticas e identidades; 2) crítica de las mismas en la medida en que resulten inviables; 3) apertura para definir espacios heterogéneos y pensar posibles transformaciones. El presente trabajo se propone recuperar el sentido de una “política progresista” tal como fue sugerida por Michel Foucault en el año 1968 y vincularla con sus últimos estudios sobre la parresía y el gobierno. Estas ideas conducen a pensar la política rechazando determinaciones unívocas y advirtiendo los riesgos subyacentes que anidan en todo pensamiento político en el cual el juego de las verdades se cancela y se vuelve totalitario. Considero que a través de esta reflexión será posible delinear una efectiva praxis filosófica que sea capaz de aplicarse a la acción política y que se mueva de modo permanente entre tres ámbitos estrechamente vinculados: 1) reconocimiento de las condiciones históricas de surgimiento de nuestras prácticas e identidades; 2) crítica de las mismas en la medida en que resulten inviables; 3) apertura para definir espacios heterogéneos y pensar posibles transformaciones.
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