En este artículo se reflexiona en torno a las formas y expresiones de poder que docentes y estudiantes vinculados a la institución escolar desarrollan para contrarrestar aquellas actitudes o comportamientos “no varoniles” proyectados por alumnos y compañeros de clase. Esto debido a que la escuela, como dispositivo* social, favorece la producción y regulación de las identidades sexuales desde la prescripción y proscripción de roles, emociones y actitudes asociados a las expectativas de género.
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