La hegemonía de la zarzuela como género popular y de corte fue una de las causas del lento desarrollo en España de una ópera propia. El mapa europeo, dominado por las escuelas italiana, alemana y, en menor grado, francesa, ofrecía pocas posibilidades de competencia. Sin embargo, en el siglo XIX, en el momento de los nacionalismos, un deseo general recorre la península ibérica: el de hacer oír en los teatros líricos melodías de la tierra, y por derecho propio.
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