La “cuarta revolución industrial” provocará una transformación profunda en los escenarios educativos debido a que incorporará redes ciberfísicas en la producción, logística y consumo de bienes y servicios. La teoría educativa ha abordado los escenarios educativos tecnologizados con categorías de análisis propias de la tercera revolución industrial. Este texto argumenta que la ontología poshumanista y la epistemología de la teoría del actor-red pueden superar las limitaciones conceptuales que actualmente tiene uno de los términos más usados al estudiar a la tecnología educativa: el “aprendizaje en red”. Así, el aprendizaje sería un proceso que asocia agencias humanas y no humanas por igual, que opera sin centro ni periferia, y cuyo objetivo es garantizar su autorregulación y su persistencia porque en cuanto las agencias dejan de operar, la red de aprendizaje desaparece. El aprendizaje es, en sí mismo, una red heterogénea en funcionamiento. Finalmente, se proponen dos métodos de investigación para el “aprendizaje en red”: la obtención de datos de manera inductiva y la construcción de categorías de análisis de manera abductiva. El objetivo es identificar qué elementos humanos y no humanos se asocian para provocar agencias que forman redes de aprendizaje, que las fortalecen, pero que, ocasionalmente, también las destruyen.
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