Arrondissement Leuven, Bélgica
Cuando en octubre de 1603 Ambrosio Spínola tomó el mando del Ejército de Flandes, el asedio de Ostende, la última ciudad en los Países Bajos meridionales en manos de los rebeldes holandeses, se venía arrastrando desde hacía más de dos años. Situada en la costa del condado de Flandes, Ostende era de una importancia estratégica singular. Desde 1579, el pequeño poblado pesquero se había convertido en una de las ciudades más fortificadas de Europa. Su guarnición imponía una sustanciosa contribución de guerra a los habitantes de los pueblos situados en una zona que se extendía hasta las murallas de Brujas y proporcionaba a los rebeldes una cabeza de puente para sus campañas militares en el sur. Las circunstancias complicadas de la ciudad, asentada en terreno de arena poco estable, atravesado por múltiples riachuelos y ensenadas, obligaron a los sitiadores a buscar soluciones creativas para remediar los problemas, ya que las convencionales eran poco eficaces. En la literatura contemporánea se describe el sitio como una “universidad o escuela superior militar”.
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