Ambrosio Spínola y Mauricio de Nassau, los dos principales generales del primer cuarto del siglo XVII, solo se enfrentaron en el campo de batalla en una ocasión, y no de forma directa, sino a través de sus lugartenientes y separados por un obstáculo determinante, el río Ruhr. Sucedió el 8 de octubre de 1605 en una pequeña batalla cerca de Mülheim a la que historiadores que encomiaron las reformas militares del holandés –Charles Oman y Michael Roberts, por citar a los principales–, no prestaron atención a pesar de que constituye una de las contadas ocasiones en que Nassau pudo aplicar sus tácticas en un campo de batalla. Aquel día, las tropas españolas combatieron mejor y Spínola hizo valer el mote que su némesis le dio: “diablo volante”.
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