Ana Domínguez, Pablo Hernández
A pesar del retraso tecnológico secular de España, la inserción en la comunidad internacional y el crecimiento económico acumulado durante las últimas tres décadas han permitido su acercamiento a los parámetros de desarrollo de sus países vecinos. En este período, la extensión de las TIC ha configurado un nuevo esquema de relaciones económicas y sociales a escala global, y es difícil precisar el alcance disruptivo que tendrán las nuevas oleadas tecnológicas asociadas a Internet y a la digitalización. No obstante, su vertiente transformadora ya se está manifestando de manera muy apreciable tanto en la estructura de los mercados y los sectores productivos tradicionales como en los patrones de consumo.
España se enfrenta en la actualidad al doble reto de adaptarse de manera dinámica al progreso tecnológico y extender los beneficios del mismo de manera equilibrada en un contexto de creciente desigualdad.
El éxito dependerá en buena medida de cómo se articulen las diferentes políticas públicas, que deberán incidirsobre aspectos tales como el capital humano tecnológico y la recualificación, la brecha digital, la innovación o el marco regulador.
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