Los aceros patinables, más conocidos por el nombre comercial de Cor-Ten, comenzaron a utilizarse en escultura en los años sesenta. Para obtener el color característico de la pátina muchos escultores utilizan ácidos y compuestos oxidantes para acelerar su aparición.
Sin embargo, este efecto puede ser perjudicial para la conservación del material.
Actualmente no existen muchos estudios acerca de las consecuencias de estos tratamientos en la composición de la pátina obtenida artificialmente, por lo que se ha comenzado un proyecto para evaluar los efectos del patinado artificial en la conservación a largo plazo de las obras de arte fabricadas con este metal. En este trabajo se presenta un estudio de caso sobre la escultura Templo, de Adriana Veyrat. Se entrevistó a la artista para conocer el proceso de creación de la misma y se realizó una caracterización de la composición de la pátina, así como de su capacidad protectora.
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