En condiciones normales un promedio diario de 70 millones de células son eliminadas del cuerpo humano; defectos en su erradicación pueden acumular lesiones genéticas al interior de la célula llevando a inestabilidad genómica, incapacidad para responder a estímulos del sistema inmune y a quimio-resistencia. En un organismo sano existe un delicado equilibrio entre la proliferación y la muerte celular. La pérdida este equilibrio está relacionada con un sin número de enfermedades como el cáncer, procesos degenerativos, estados de autoinmunidad, nefropatías, infecciones virales, el sida, etc.; ahora conocemos que la génesis de esas patologías, con frecuencia, el mecanismo que se encuentra alterado es el de la muerte celular.Hasta hace sólo una década todos los esfuerzos de la comunidad científica estaban orientados a develar los secretos del ciclo celular, en tanto que, por falta de comprensión, se había dejado a un lado la investigación de los mecanismos que rigen la muerte celular fisiológica, también denominada suicidio celular o apoptosis. En los años 80 se empieza a tener una idea clara de la importancia de conocer los mecanismos que entraña este proceso y desde entonces la comprensión científica de la regularización de la muerte celular rápidamente empezó a avanzar y actualmente constituye el mayor campo de investigación biomédica.
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