El trasiego anual de pastores y rebaños, desde las frías montañas leonesas y otras sierras que bordean la meseta del Duero -como las de Soria, Segovia, Cuenca o Ávilahasta las cálidas mesetas de Extremadura, para aprovechar la complementariedad de los pastos, además de reportar durante siglos, riqueza a las economías preindustriales del país y pueblos de la montaña, tuvo otras repercusiones no menos importantes. Entre ellas cabe destacar, la selección de la oveja merina por los propios pastores, cuya fina lana monopolizará los mercados internacionales durante al menos cinco siglos (XIV al XVIII), el modelado del paisaje agrario y la formación de unos ecosistemas singulares:
los “puertos” de montaña y las dehesas y pastizales extremeños perfectamente adaptados a dicha raza.
Además, se trazaron y reglamentaron una amplia red de vías pecuarias de 125.000 km para el desplazamiento de los rebaños, que constituyen en la actualidad un patrimonio de enorme valor cultural y natural. Por la importancia de sus puertos, León es la cabecera de tres importantes Cañadas Reales que finalizan su recorrido en Extremadura: La Vizana o de La Plata, la Leonesa Occidental y la Leonesa Oriental.
Por si lo anterior fuera poco, la permanencia de esta actividad durante los últimos siete siglos, ha dejado una profunda huella en nuestra cultura en forma de vocabulario, topónimos, prácticas ganaderas, construcciones, artesanía, gastronomía y folclore, mantenida y enriquecida por el continuo trasiego e intercambio de personas y rebaños entre León y Extremadura.
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