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Resumen de La ciudadanía andaluza hoy

Fernando Aguiar González, Braulio Gómez Fortes, Gloria Martínez Cousinou, Luis Miguel Miller Moya, Manuel Pérez Yruela

  • Un tercio de los andaluces desconfía de sus políticos y la mitad ignora en qué se gasta el dinero el gobierno andaluz.

    El Centro de Estudios Andaluces realiza el retrato robot de la ciudadanía andaluza en un informe que analiza su tolerancia hacia los inmigrantes y la confianza hacia sus conciudadanos.

    Fernando Aguiar, Braulio Gómez, Gloria Martínez Cousinou, Luis Miguel Millar y Manuel Pérez Yruela, investigadores del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía (IESA), abordan en el último número de la colección ‘Actualidad’, que edita el Centro de Estudios Andaluces, los parámetros que contribuyen a medir el nivel de ciudadanía y madurez ciudadana alcanzado por la sociedad andaluza en los últimos años. El informe, titulado ‘La ciudadanía andaluza hoy’, parte de la necesidad de acotar “una idea precisa acerca de lo que significa e implica la ciudadanía para los propios ciudadanos, en concreto para los andaluces”. Con tal motivo, se esboza “el perfil de la ciudadanía andaluza, no como mera receptora pasiva de derechos, sino como protagonista de la vida política y social de su comunidad”, se justifica.

    Entre los parámetros analizados, llama la atención el que analiza el grado de conocimiento y confianza que tienen los andaluces sobre su clase política e instituciones. Cuando se pregunta a la ciudadanía andaluza si está satisfecha con el funcionamiento de la democracia en España, la nota media es de 5,89 (de 0 a 10), es decir, como valoran los autores del estudio, nuestra democracia “aprueba, pero con una nota más bien pobre, lo que denota un cierto desencanto, algo que está en consonancia con la escasa confianza de los andaluces hacia sus instituciones democráticas”. Según estas conclusiones, el índice de confianza de hacia los políticos es de 3,09 en una escala de 1 a 10, hacia el Parlamento andaluz, de 5,04, y de 4,8 para con el Parlamento español. A la inversa, es decir, si se mide el umbral de desconfianza del andaluz, los datos obtenidos fruto de las encuestas realizadas arrojan que “un tercio de los andaluces desconfía en las instituciones parlamentarias, tanto estatales como autonómicas, y un 65% recela de los dirigentes políticos”.

    Desinformación y desinterés, un bucle peligroso El estudio radiografía otra situación preocupante: que más de la mitad de los andaluces no tiene ni idea alguna sobre en qué se gasta principalmente el dinero la Junta de Andalucía, lo que contrasta notablemente con el hecho de que también la mitad de los andaluces considere que un buen ciudadano debe tener información sobre cómo se gasta el dinero el poder público. Casi el 90% de los andaluces no conoce a un solo consejero de la Junta, y el mismo porcentaje se repite en relación con los representantes a escala nacional. El cuadro se completa con otro dato clave: casi el 90% de los andaluces que vota no sabe el nombre del político que encabeza la candidatura al Congreso en su circunscripción.

    Así las cosas, el retrato robot de la sociedad andaluza actual se caracteriza “por un amplio desconocimiento político, tanto en lo que respecta a la eficacia y a la gestión de su gobierno autonómico, como en lo tocante a su clase política, incluso la perteneciente al partido que ellos mismos votan. Este tipo de ciudadanía no sería la más indicada para desarrollar la función de controlar a los gobiernos, como correspondería a una visión liberal de la democracia”. Como ya puso de manifiesto el Centro de Estudios Andaluces en otro estudio anterior al presente, al 32% de los andaluces le interesa poco la política, y nada a un 41,4%. Ese 73,4% “es abrumador” y revelador. Esa falta de interés va acompañada de una falta de información, creando un bucle que “se refuerza y debilita la conciencia ciudadana”.

    El 44,1% percibe poco cumplimiento de la Ley por parte de sus conciudadanos La ciudadanía también se mide por el nivel de obediencia a la Ley que tienen los andaluces. A tenor de los datos extraídos, más de dos tercios (70,6%) estarían de acuerdo con la afirmación de que la Ley debería ser siempre obedecida bajo cualquier circunstancia”. Sin embargo, este dato contrasta con la medición del nivel de obediencia que los andaluces atribuyen a sus conciudadanos. En su escala de percepción de cumplimiento de la Ley, sólo el 44,1% piensa que se da poco o nada, de lo que se infiere que “un porcentaje muy elevado de andaluces no considera a sus conciudadanos buenos ciudadanos”.

    Esto último se confirma más aún cuando se pregunta a los andaluces por su permisividad ante el incumplimiento legal de sus representantes más cercanos, los de los ayuntamientos: un 20% reconoce abiertamente que, si todos los ciudadanos se beneficiaran de las acciones irregulares de sus representantes, estarían de acuerdo con las prácticas ilegales, frente a un 70,1% al que le parecería mal. En general, los andaluces están convencidos de que, para ser un buen ciudadano, “hay que pagar todos los impuestos que les corresponden”. Es por ello por lo que manifiestan una intolerancia casi unánime ante los que defraudan. Así, a la pregunta de si está justificado defraudar en alguna ocasión si se da la oportunidad, un 86% asevera que nunca, por un 9,2 que lo haría a veces y un 1,6% que lo haría siempre.

    Dicho lo anterior, el estudio arroja otra paradoja: que los andaluces están dispuestos a hacer la vista gorda o a ser más tolerante ante pequeñas faltas, como por ejemplo, no pagar en el transporte público. En resumen, “uno de cada cinco andaluces es partidario de hacer la vista gorda ante las irregularidades legales de sus municipios si todo el mundo sale beneficiado. Esto supone —concluyen los investigadores— que el factor civil o legal del concepto de ciudadanía no está lo bien asentado en la conciencia de todos los andaluces que sería deseable, lo cual es propio de las democracias jóvenes como la nuestra”.

    Participación política y percepción de los inmigrantes Otras de las variables sugestivas del informe aluden a la participación activa de la ciudadanía andaluza y a su percepción sobre el problema de la inmigración. Con respecto a lo primero, se constata que un 78,80% no participa nunca o casi nunca en manifestaciones, por un 15,8% que lo hace sólo a veces. Relacionado con lo anterior, un 79,1% nunca o casi nunca trabaja con otras personas de su pueblo o barrio para resolver un problema social, por un 1,50% que lo hace muy a menudo.

    En el asunto de la inmigración, un 48,4%, es decir, casi la mitad, manifiesta una percepción negativa ante este fenómeno, frente a un 23,4% que lo ve positivo. Sin embargo, se aprecia una actitud tolerante siempre y cuando se realice de manera regularizada (un 82,7% está a favor de una política migratoria que sólo permita la entrada a los que dispongan de contrato de trabajo, y un 3,7% son proclives a impedir la inmigración a toda costa).

    Con respecto a la tolerancia con otras creencias religiosas, más de la mitad de los andaluces se sitúa en posiciones superiores al 8 en una escala de 0 a 10, lo que se traduce en “una sociedad abierta y tolerante que no se ve determinada por viejas tradiciones, sin que ello implique que se haya desprendido de ellas. Lo que implica más bien es que está sabiendo conjugar el respeto a ciertas tradiciones”, se concluye al respecto.


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