El ingreso en prisión de Iñaki Urdangarin supone un antes y un después para la monarquía española. Nunca antes un miembro de la familia del Rey había sido condenado en sentencia firme a pena de cárcel y, aunque Felipe VI trató de preservar su imagen y la de la propia institución siendo aún heredero de la Corona, las consecuencias de una circunstancia inédita como ésta son inciertas. Sobre todo cuando éste es un país sin monárquicos donde, no hay más que ver los acontecimientos políticos recientes, la exigencia ciudadana tras años de impunidad ante la corrupción ha alcanzado sus cotas más altas.
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