Cuando los miembros de una organización se enfrentan a problemas organizativos o interpersonales en el trabajo, a menudo prefieren no hablar porque creen que el esfuerzo no vale la pena y que es preferible trabajar como si no sucediera nada. Sin embargo, nuevas investigaciones muestran que el precio del silencio es mucho mayor del que se suele creer. Así, es necesario expresar las ideas y no guardarse las inquietudes dentro.
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