El propósito de este artículo es el de analizar los argumentos culturales y filosóficos utilizados para justificar la medicina alternativa y complementaria (MAC). Una línea de pensamiento, basada en el relativismo postmoderno, sostiene que la existencia de una realidad objetiva ha sido superada por los postulados de la física cuántica y el principio de incertidumbre de Heisenberg. Por ello, todas las prácticas para el cuidado de la salud están diseñadas por la sociedad y son igualmente válidas. Este argumento aplica inadecuadamente a las ciencias sociales y biológicas conceptos que se refieren a las partículas atómicas. Otro tipo de razonamiento, basado en la filosofía vitalista, sostiene que el enfoque reduccionista y materialista de la biomedicina ignora las interacciones entre la mente y el cuerpo y la existencia de energías curativas universales que pueden promover el restablecimiento de la salud. Esta afirmación no tiene ninguna base. Un tercer argumento expone que una atención sanitaria culturalmente competente requiere la aceptación de las terapias alternativas. La familiaridad para con otras culturas es esencial para que se dé una comunicación con los pacientes, pero ello no implica utilizar remedios populares tradicionales. Estos argumentos filosóficos y culturales son ilógicos y no convincentes. Hay que orientar en lo concerniente a las MAC, pero los centros docentes deberían mantener unos estándares académicos y por tanto no «integrar» las terapias alternativas en su práctica y en la formación que imparten.
The purpose of this essay is to analyze philosophical and cultural arguments that are used to support complementary and alternative medicine (CAM). One line of reasoning, based on postmodern relativism, is that the existence of an objective reality has been overthrown by quantum physics and Heisenberg’s uncertainty principle.
Therefore, all health care practices are socially-modeled and equally valid. This argument inappropriately applies concepts that concern atomic particles to social and biological sciences. Another line of reasoning, based on vitalist philosophy, holds that the reductionist, materialist approach of biomedicine ignores mind-body interactions and the existence of universal healing energies that can be mobilized to restore health. This assertion has no basis in fact. A third argument is that culturally competent health care requires acceptance of alternative therapies.
Familiarity with other cultures is essential for effective communication with patients, but it does not require use of traditional folk remedies. These philosophical and cultural arguments are illogical and unconvincing.
Physicians need to provide guidance about CAM, but academic centers should maintain standards of scholarship, and they should not «integrate» alternative therapies into their training and practice
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados