El proyecto de renta básica universal suscita el entusiasmo de algunos, movidos en su inmensa mayoría por sentimientos de equidad y generosidad. Pero, ¿descansa su pretensión sobre bases sólidas desde el momento en que se ampara en la idea de una “crisis del trabajo” según la cual una parte cada vez más importante de la población ya no encontrará empleo? Teniendo en cuenta que el aumento de la productividad permanece en un nivel históricamente bajo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se podría concluir, al contrario, que los seres humanos no han acabado con el trabajo. ¿No sería mejor centrar su reflexión en la identificación de otra crisis: la de la mercantilización?
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