Durante el gobierno de los emperadores Severos, las manifestaciones religiosas que se documentan en el ámbito militar no sufren grandes transformaciones con respecto a las del siglo II. En el período llamado de la anarquía militar, sin embargo, desciende el número de testimonios del culto al emperador y a la domus Augusta, y se refuerzan las advocaciones a las virtudes militares y personificaciones abstractas. Si hay un culto pagano que destaca en la segunda mitad del siglo III entre los militares es el Sol Invictus, en el que se aúna la figura del Sol y del culto a Mitra. El cristianismo vendría a aprovecharse de esa latría solar, reutilizando en parte de su simbología y de sus dogmas, haciendo descender del cielo el poder divino que otorga la victoria a la militia Christi.
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